Año 1938 o 1939. Reunión de autoridades, agricultores y ganaderos para formar la comisión para realizar los canales de riego en Villarino.
Continuamos con la publicación de los escritos de la señora Elsa Bertazzo de Ortes, Los Canales de Riego.
LOS CANALES DE RIEGO
Ya hemos recorrido poco a poco nuestro querido pueblito, con sus originalidades y con sus cosas comunes a todos los pueblos de nuestra patria. Casitas chatas, fachadas desparejas con sus ladrillos a la vista, calles cubiertas de arena y alambrados tapados por la acción del viento, días y días interminables todos iguales, sol ardiente y fríos intensos...años y años de esperar y esperar: esperar...qué?
Ahora nos internaremos en los pobres campos tan ávidos de agua como las mismas calles, grandes extensiones de terreno donde pace el ganado...lanares, vacunos, mirando al cielo como sus dueños, esperando la bendita lluvia que riegue sus entrañas. Cosechas que se pierden por falta de esas benditas gotas mágicas, animales que mueren de hambre y sed. Por qué le llaman “Tierra del diablo?”. Pero, ha llegado el gran momento. Y así aparece el visionario que de mis memorias surge con el nombre de don Antonio Azpeitía Pellerano quien venia de su experiencia en el Valle del Río Negro y propone y propicia la ejecución de los canales de riego que se nutrirían del Río Colorado. Y así se unieron a él otros pioneros como el Ingeniero don Julio Cousté, el doctor Arnaldo Lejarraga, el ingeniero Juan Echarren y tantos más, que hicieron realidad este sueño, y a la pala de buey y caballos, pasando algunos de ellos, días y días en medio de los montes, con sus precarios equipos de campaña, con escasísimos recursos, metro a metro fueron zanjando las tierras, dibujando arabescos de leguas y leguas que irían esparciendo a su paso, su líquido cargamento.
Así comenzó la historia de nuestros canales de riego que vendría a transformar la vasta zona cubriéndola de verdes alfalfares, alamedas sin fin, sauzales inclinándose reverentes como saludando a la naturaleza; quintas de frutales deliciosos, verduras de todo tipo. Olor a pasta verde, a tierra húmeda. Y la vida cambia...los labradores se sientan a sus arados tirados por caballos, cantándole a al vida, dándole la bienvenida a esta metamorfosis que traerá el sonido armonioso de las herramientas provocando la alegría y también el bienestar a toda la población.
Pero, que pasó...? Aquello fue por los años treinta, cuarenta y hemos visto que toda esa euforia y esa explosiva sinfonía, con el paso del tiempo, se fueron diluyendo, y los álamos y los sauces, como vencidos, nos miran desde lo alto de sus copas, y así descubrimos que hemos retrocedido irremediablemente y nos consolamos observando únicamente las perfumadas plantaciones de cebolla, que gracias al regadío que nos legaron nuestros visionarios, se convierte en la primera y más importante fuente de ingresos económicos y nos lleva a que en lejanas tierras del mundo, sepan que Mayor Buratovich existe.
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